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Alicia atravesando el espejo |
Tal vez a eso se refirió Alicia cuando menciona al extraño ser que ella llama “Snark”: “El Snark es un ente que no puede ni admite ser visto y capturado de una forma normal”. Pero si se insiste mucho en que nos aclare que es el Snark, entonces Alicia dirá: el Snark no es más que un Bujum…
Alicia en esta obra vive lo increíble cada vez que cruza hacia el otro lado del espejo. Si bien declara que ella vive de manera coherente. Cuando la reina le dice que tiene más de cien años de edad, Alicia le contesta: “No se puede creer lo que es imposible”. La obra, publicada a finales del siglo diecinueve, a través del tiempo debió de verse apropiada por los más heterogéneos “movimientos” que este planeta ha visto pasar. Desde los rebeldes del sistema que gustan de ver todo al revés, hasta los que hayan que esta obra contiene cosas como “elefantes voladores” y “Billetes del tamaño de la gente”.
Aunque Alicia es una niña de apenas siete años y medio de edad, su modo de pensar nos recuerda a Schopenhauer cuando dice que el hombre es como es. En la actualidad, al ver el ultrasonido de tres meses de vida intrauterina, el pediatra sabe ya que ese individuo va ser inquieto o de naturaleza tranquila. Alicia lo dice de esta manera: “Los buenos modales no se aprenden con lecciones. Las lecciones son para aprenderá hacer cuentas y cosas por el estilo”.
Alicia hace una broma al rey que en ese momento está escribiendo. Le mueve el lápiz y el rey escribe una cosa distinta a la que él se proponía escribir. Esto, que parecerá extraño, no es desconocido entre los escritores. Por eso existen las frases: “perdí el control del escrito” o “El escrito se fue por una dirección distinta a como lo había planeado” o “El escrito rebasó al escritor”. “El pobre rey, totalmente desconcertado, luchaba por recuperar el control del lápiz… Querida, es totalmente urgente que consigamos un lápiz más fino, pues con éste sucede que se escriben cosas que yo no estoy pensando”.
El rey y la reina de ese lugar le ofrecen mermelada a Alicia y ésta responde que no le gusta la mermelada. Entonces la reina le dice: “Aunque te apeteciera, de todas maneras no la tendrías, pues la ley dice: “Mermelada ayer y mañana, pero nunca mermelada hoy.” “alguna vez tocará mermelada hoy, objetó Alicia. La reina contestó que eso es imposible “ya que hoy no es otro día”. Eso es muy complicado para mí, dijo Alicia y la reina aclaró que “eso es lo que sucede a la gente que vive al revés”. Alicia quiere aferrase a la racionalidad: “Yo nunca puedo acordarme de las cosas que aun no han sucedido”. La reina, con la mayor naturalidad: “¡Ho, me acuerdo muy bien de lo ocurrido en las próximas semanas!”. Y era verdad, la reina se acordaba muy bien del significado de todos los poemas que se han inventado y de muchos que no se han inventado todavía…
La reina le urge a que se aparte de la banalidad ¿o tal vez quiso decir racionalidad?: “A ver, dime, ¿para qué sirve una niña que no quiere decir nada? Hasta un chiste tiene que decir algo”. Acuérdese que estamos en el reino del significado de las cosas, no de la materialidad de las cosas.
Alicia, no obstante que es una niña, ya sabe que la pasta humana se hace, fermenta, a base de prueba y error, como en las cámaras fotográficas, que para llegar al enfoque óptimo es necesario hacer viajes hacia la imperfección: “quien no tiene flaquezas es ajeno a lo humano”. La perfección no es de humanos. Quizá, mediante un proceso, se pueda aproximar a ella. Llegar a la perfección quiere decir que el devenir se detuvo. Ya no hay evolución, duda, investigación.
¿Regresar a la casa del otro lado del espejo? “Entonces volvería la vieja habitación de siempre, y ya no tendría la oportunidad de vivir estas aventuras…Entonces todo se acabaría”. La objetividad le parece una camisa de fuerza y quiere ir a lo desconocido. El autor se sirve, en el Prefacio de la obra, de dos metáforas. Una es el enroque para introducir a las tres reinas ( no a dos) al palacio y que empiece el relato. Y la otra metáfora es manipular, o inventar, otra semántica para decir cosas. Es lo que suelen hacer algunos escritores que inventan otros modos de decir para exponer el mismo discurrir que los filósofos utilizaron hace veinticinco siglos. Propone: para decir: “humeante” y “colérico”, puede decirse “humérico”.
El caos mental es lo común a los humanos, lo contrario es un don. Que cada quien le ponga nombre a su donador y, entre tanto, Alicia dice: “El más raro de los dones es poseer un gran equilibrio de la mente”.
Cuando se trata de llegar a la verdad, Alicia descubre que el proceso puede estar lleno de manipuladores: “Frases tres veces dichas es la pura verdad”. La verdad no necesita decirse, es.
Todas estas cosas las recuerda el autor del tiempo que jugaba al ajedrez en la casa de las niñas Liddel. El ajedrez, otra metáfora. En una de esas, recuerda que Alicia dijo: “¡Están jugando una enorme partida de ajedrez!... ¡Una partida a nivel mundial!...”