lunes, 20 de junio de 2011

L. Carroll con Alicia a través del espejo

 Es un sueño de Alicia que, al atravesar el espejo de su casa, ve las mismas cosas ya conocidas pero que ahora tiene otro significado. Tienen significado. Antes sólo eran cosas. Ahora las mismas cosas tienen presencia y comportamiento antropoide.

Alicia atravesando el espejo
Eurípides insistió en sus obras, hace más de veinticuatro siglos, que lo excepcional en la vida de los humanos es la causalidad. Lo que se da con frecuencia es el azar. Si esta jugada del acaso nos gusta lo llamamos milagro. Si nos disgusta es una desgracia. Es la manera de nuestro pensamiento lógico.  Pero la lógica del caos, que seguramente corresponde  a otra escala de tiempo, diferente a la nuestra, no la comprendemos. El niño llora si le negamos un dulce. No entiende por qué lo hacemos sufrir. No puede comprender que al final del dulce está la gordura y la diabetes. ¿Son estas las maneras del caos? No lo sabemos con certeza.

Tal vez a eso se refirió Alicia cuando menciona al extraño ser que ella llama “Snark”: “El Snark es un ente  que no puede ni admite  ser visto y capturado de una forma normal”. Pero si se insiste mucho en que nos aclare  que es el Snark, entonces Alicia dirá: el Snark no es más que un Bujum…


Alicia en esta obra vive lo increíble cada vez que cruza hacia el otro lado del espejo. Si bien declara que ella vive de manera  coherente. Cuando la reina le dice que  tiene más de cien años de edad, Alicia le contesta: “No se puede creer lo que es imposible”. La obra, publicada a finales del siglo diecinueve, a través del tiempo debió de verse apropiada por los más heterogéneos “movimientos” que este planeta ha visto pasar.  Desde los rebeldes del sistema que gustan de ver todo al revés, hasta los que hayan  que esta obra contiene cosas como  “elefantes voladores” y “Billetes del tamaño de la gente”.

Aunque Alicia es una niña de apenas siete años y medio de edad, su modo de pensar  nos recuerda a Schopenhauer cuando dice que el hombre es como es. En la actualidad, al ver el ultrasonido de tres meses de vida intrauterina, el pediatra sabe ya que ese individuo va ser inquieto o de naturaleza tranquila. Alicia lo dice de esta manera: “Los buenos modales no se  aprenden con lecciones. Las lecciones son para aprenderá  hacer cuentas y cosas por el estilo”.

Alicia hace una broma al rey que en ese momento está escribiendo. Le mueve el lápiz y el rey escribe una cosa distinta a la que él se proponía escribir. Esto, que parecerá extraño, no es desconocido  entre los escritores. Por eso existen las frases: “perdí el control del escrito” o “El escrito se fue por una dirección distinta a como lo había planeado” o “El escrito rebasó al escritor”. “El pobre rey, totalmente desconcertado, luchaba por recuperar el control del lápiz… Querida, es totalmente urgente que consigamos un lápiz más fino, pues con éste sucede que se escriben cosas que yo no estoy pensando”.

El rey y la reina de ese lugar le ofrecen mermelada a Alicia y ésta responde que no le gusta la mermelada. Entonces la reina le dice: “Aunque te apeteciera, de todas maneras no la tendrías, pues la ley dice: “Mermelada ayer  y mañana, pero nunca mermelada hoy.” “alguna vez tocará mermelada hoy, objetó Alicia. La reina  contestó que eso es imposible “ya que hoy no es otro día”. Eso es muy complicado para mí, dijo Alicia y la reina  aclaró que “eso es lo que sucede a la gente que vive al revés”. Alicia quiere aferrase a la racionalidad: “Yo nunca puedo acordarme de las cosas que aun no han sucedido”. La reina, con la mayor naturalidad: “¡Ho, me acuerdo muy bien de lo ocurrido en las próximas semanas!”. Y era verdad, la reina se acordaba muy bien  del significado de todos los poemas que se han inventado y  de muchos que no se han inventado todavía…

La reina le urge a que se aparte de la banalidad ¿o tal vez quiso decir racionalidad?: “A ver, dime, ¿para qué sirve una niña  que no quiere decir nada? Hasta un chiste tiene que decir algo”. Acuérdese que estamos en el reino del significado de las cosas, no de la materialidad de las cosas.

Alicia, no obstante que es una niña, ya sabe que  la pasta humana se hace, fermenta, a base de prueba y error, como en las cámaras fotográficas, que para llegar al enfoque óptimo es necesario hacer viajes hacia la imperfección: “quien no tiene flaquezas es ajeno a lo humano”. La perfección no es de  humanos. Quizá, mediante un proceso, se pueda aproximar a ella. Llegar a la perfección quiere decir que el devenir se detuvo. Ya no hay evolución, duda, investigación.

¿Regresar a la casa del otro lado del espejo? “Entonces volvería la vieja habitación de siempre, y ya no tendría la oportunidad de vivir estas aventuras…Entonces todo se acabaría”. La objetividad le parece una camisa de fuerza y quiere ir a lo desconocido. El autor se sirve, en el Prefacio de la obra, de dos metáforas. Una es el enroque para introducir a las tres reinas ( no a dos) al palacio y que empiece el relato. Y la otra metáfora es manipular, o inventar, otra semántica para decir cosas. Es lo que suelen hacer algunos escritores  que inventan otros modos de decir para exponer el mismo discurrir que los filósofos utilizaron hace veinticinco siglos. Propone: para decir: “humeante” y “colérico”, puede decirse “humérico”.

El caos mental es lo común a los humanos, lo contrario es un don. Que cada quien le ponga nombre a su donador y, entre tanto, Alicia dice: “El más raro de los dones es poseer  un gran equilibrio  de la mente”.  

Cuando se trata de llegar a la verdad, Alicia descubre que el proceso puede estar lleno de manipuladores: “Frases tres veces  dichas es la pura verdad”. La verdad no necesita decirse, es.
Todas estas cosas las recuerda el autor del tiempo que jugaba al ajedrez en la casa de las niñas Liddel. El ajedrez, otra metáfora. En una de esas, recuerda que Alicia dijo: “¡Están jugando una enorme partida de ajedrez!... ¡Una partida a nivel mundial!...”

sábado, 4 de junio de 2011

Modos de orientación geográfica

un xingón superando el extraplomo
En la actualidad ya no se justifica el empirismo que nos hacía vagar casi  perdidos o momentáneamente extraviados por las montañas.  En cualquier café Internet de la calle podemos entrar a Google Heart y tener al instante todos los detalles en línea y en imagen de la región que nos interesa. Y con un poder de acercamiento que hasta las piedras del camino se distinguen, valles, laderas, hondonadas, cordilleras, pueblos, ciudades.

Sin pasar por alto que la tecnología actual al alcance del pueblo, como son  algunos tipos de teléfonos celulares, traen brújula, cámara fotográfica, acceso a planos topográficos, etc.

Lo mismo si se trata del cerro de Iztapalapa, dentro de la ciudad de México, que  de Shangrilá en el  perdido macizo montañoso del ignoto continente. Así fuimos nosotros al lado noreste del Aconcagua sin guía profesional, sin amigos de allá, sin haber estado en el sur del continente y sin tener el más remoto conocimiento directo dónde estaba esa montaña. Con un buen plano topográfico de la región, una brújula y un altímetro, llegamos con toda precisión como si s e tratara del cerro de Iztapalapa.



De todas maneras ofrecemos una serie de dibujos que muestran los principios rudimentarios de la práctica de la orientación geográfica. Casi todos pertenecen al libro Técnica Alpina, publicado en noviembre de 1978 por la Dirección de Actividades Deportivas y Recreativas de la UNAM, bajo la dirección del Ingeniero Alejandro Cadaval.

Estos dibujos son creación de  Manuel Sánchez.
Por mi parte creo ser el redescubridor de un método de orientación muy general que debió ser utilizado en tiempos prehistóricos. Es mediante la figura del conejo. Sistema de orientación usado por nosotros, de manera adyacente (o de confirmación), al cruzar el desierto de Altar, en Sonora, México, y el desierto de Samalayuca, en Chihuahua, del mismo país.

La Luna que  observamos en el amanecer-mañana nos dice que  estamos en el oeste con respecto de la Luna  y en consecuencia el “filo” de la izquierda   es el norte.
La que observamos en la tarde-noche nos dice que estamos en el este con relación a la Luna y el “filo” de la derecha es el norte.

Otro xingón a través del bosque


Lo anterior es más fácil de averiguar con las “lunas llenas”.
Esta manera de orientación se puede comprobar desde la ciudad sin necesidad de esperar a estar en el desierto, en alta mar o en la montaña.

La figura del conejo nos dice que es en la mañana, estamos en el oeste y el “filo” de la izquierda es el norte.
Desde luego que lo mismo vale para el Sol en el orto o en el ocaso.


La orientación mediante el  GPS se debe a Armando Altamira Areyán.
A.    Carrel y La Incógnita del Hombre
Manera de alimentarnos, ejercicios al aire libre, nutrirse de la cultura y frecuentar la soledad terapéutica. Son la esencia de este libro del doctor Alexis Carrel, premio Nobel de Medicina en 1912, que fue muy leído a mediados del siglo pasado. No es un libro de los llamados de autoayuda. Se trata de una de las críticas más severas a nuestra manera de vivir dentro de la civilización industrial. No es contra la civilización industrial sino cómo vivimos dentro de ella.

A mediados del siglo pasado se dio a conocer, en español, esta obra que cuestiona la vida moderna, la falta de convivencia con la naturaleza, el exceso de confort y el desorden en el modo de comer. El autor, científico francés estadounidense, quiso poner de manifiesto el peligro de la gordura en el que estaba cayendo el pueblo estadounidense de la primera posguerra. Dedicó un escrito lírico  con apoyo científico a sus causas y efectos.
Lejano, el pueblo mexicano veía este proceso de decaimiento en los norteamericanos sin reparar que, en muchos aspectos, no obstante la animadversión histórica, somos una copia suya  de las cuestiones menos trascendentes. Carecemos, no como individuo pero sí como pueblo, de defensas culturales para la necesaria  disyuntiva.

Un ejemplo. Consumimos más refrescos de cola que ellos, que fueron los inventores de esta bebida. Medio siglo más tarde las estadísticas se habían revertido. Ahora los mexicanos vivimos en la metamorfosis, mudamos la forma. Ocupamos,  en el mundo, el primer lugar de individuos con sobre peso corporal. Y con eso llegó un rosario de enfermedades.

Ahora el libro La incógnita del hombre no es tan leído como entonces. No perdió su vigencia, sólo que su presencia provoca remordimiento. Como cuando dejamos de lado la dieta salvadora en la comida. Abrir las hojas de este libro es encontrar que dejamos de hacer ejercicio, cultivamos el sedentarismo y abandonamos la terapéutica soledad. Un ejemplo: compró un teléfono celular y le proporciono mi número a cien conocidos. Al menos cincuenta de ellos estarán marcando mi teléfono en el trascurso del día.

“Junto con la disminución del esfuerzo muscular y de la adquisición del bienestar, los seres humanos han aceptado gustosamente el privilegio de no estar nunca solos, de disfrutar de las continuas diversiones de la ciudad, de formar parte de inmensas multitudes, de no pensar nunca.”

La soledad terapéutica y el caminar es considerado ahora como perteneciente a un estatus social  inferior: “La soledad se considera como un castigo o como un lujo raro…Hoy no es preciso andar. Los ascensores han substituido  las escaleras. Todo el mundo viaja en autobús, tranvías o taxis, aun cuando sea muy cerca la distancia a recorrer. Los ejercicios  corporales naturales, tales como andar y correr sobre terreno accidentado, el alpinismo, la labranza manual de la tierra…trabajar expuestos a la lluvia, al sol, al viento, al frío, al calor, han cedido su lugar a los deportes metódicos que apenas sí implican riesgos y las máquinas suprimen el esfuerzo muscular”.

Ponemos un ejemplo de lo anterior. Quien lo creyera, pero una de los más cuestionables inventos, en el espacio de la cocina, es la licuadora. Gasta energía eléctrica y requiere de agua para lavar el vaso. Dos recursos por los que ahora hay guerras en  el planeta y se eleva la temperatura local y global. Y su dentista le dirá que los licuados   vuelven blandengues las encías al ya no masticar cosas duras como la manzana, la zanahoria, etc.

Carrel insiste en el ejercicio al aire libre desde la óptica del hombre de la ciencia médica: “Correr por terreno áspero, escalar montañas, luchar, nadar, cortar leña en los bosques y labrar la tierra, la exposición a las intemperies, la temprana responsabilidad moral y una cierta rudeza de la vida proporcionan la armonía de los músculos, de los huesos, de los órganos y de la conciencia. De este modo los sistemas orgánicos  que permiten que el cuerpo  se adapte al mundo exterior, se ejercitan y se desarrollen plenamente”.



Alexis Carrel
Feliz circunstancia que los gobiernos procuren la vida digna de los ancianos. Pero aun los viejos tendrían que seguir viajando en el devenir. Es una metáfora. No quedarse parados en la estación  viendo que el tren partió sin ellos. Durante la juventud muchos se refugian en alguna enfermedad inventada (ver en este mismo blog: “Stekel y la enfermedad inventada”) para seguir siendo el centro de atención del grupo. La vejez suele agarrarse con el mismo fin. Carrel lo advierte: “La vejez parce retrasarse cuando el cuerpo y el espíritu siguen trabajando”. Depender de los pasamanos para descender, o subir a los distintos niveles del metro, es una precaución que puede evitar alguna caída con la consecuente lesión, lo que sería más grave en la gente grande por las fracturas de huesos, ya no tan fácilmente regenerables. Pero también depender del pasamano evita ejercitar el equilibrio tan necesario para el sistema nervioso…

El autor no está en contra de la civilización industrial sino en la preponderancia que ésta tiene sobre el humano. Lo único que en la sociedad laica  puede tener preponderancia sobre el humano, es el Humanismo: “En lugar de parecer una máquina producida en serie, el hombre habrá  de acentuar su unicidad. Para reconstruir la personalidad, debemos romper el marco de la escuela, de la fabrica y de la oficina, y rechazar los principios mismos  del civilización tecnológica”.



Alexis Carrel (Sainte-Foy-lés-Lyon, Francia, 28 de junio de 1873 - París, 5 de noviembre de 1944). Biólogo, médico, investigador científico y escritor francés. Por sus contribuciones a las ciencias médicas fue galardonado con el premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1912. Julius H. Comroe, profesor emérito del Cardiovascular Research Institute (University of California at San Francisco) escribió: "Carrel ganó el Premio Nobel en Fisiología o Medicina en 1912, y no lo ganó por alguna investigación oscura y esotérica, sino «en reconocimiento a su trabajo acerca de sutura vascular, y trasplante de vasos sanguíneos y de órganos». Entre 1901 y 1910, Alexis Carrel, utilizando animales de experimento, efectuó todas las acciones y desarrolló todas las técnicas conocidas hoy en cirugía vascular (...)"[1] En Francia, fue honrado con la Ordre national de la Légion d'honneur (Orden de la Legión de Honor). Fue miembro de la Accademia de Lincei (Pontificia Academia de Ciencias). En 1912 fue testigo ocular de una curación extraordinaria en el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes, lo cual significó el comienzo de un cambio progresivo en su vida, que lo llevó del escepticismo a la fe. Hoy es considerado uno de los conversos más famosos de Lourdes.